Romance de Leonarda 

o

El Mercader de Zafra

 

   

 

   

El romance extremeño

En la investigación del folklore de toda Extremadura, hay que destacar la sobresaliente labor y la figura del señor don Bonifacio Gil, que en los muchos años de su estancia en la región, consiguió reunir en una publicación, todo aquel tesoro literario y musical, del que hoy estamos orgullosos los extremeños. Recorrió incansable multitud de pueblos, llegando a recoger más de 400 canciones de todas las clases y temas, suficiente para lograr revitalizar un patrimonio, que estaba a punto de desaparecer. Ya lo daba a entender él mismo, cuando decía en su prólogo que "millares de canciones yacen por esas casitas extremeñas del campo y de la ciudad y están a punto de sepultarse-¡cuántas no habrá ya enterradas!- porque las personas viejas que las saben están ¡ay! llamadas a correr en breve la misma suerte, por ley natural de la vida".

Como es natural y lógico, aquellos romances que sólo se propagaban oralmente, como el que estamos analizando, estaban expuestos a verse adecuados a la pronunciación propia de cada recitador y la de su región, como vamos a examinar en este trabajo. Según nos cuenta don Bonifacio Gil en su libro El Cancionero de Extremadura", del que está tomado este romance relacionado con personajes de Zafra y que vamos a comentar, él lo escuchó dictado de labios de una mujer de la ciudad de Guadalupe, llamada Teresa Regadera, por ello se ha procurado reproducir y respetar en el texto las características fonéticas del dialecto extremeño, con las que lo recitaría la propia mujer.

Como ejemplo de este tipismo localista recogido en los variados romances que se incluyen, en este Cancionero de Extremadura se encuentra un curioso romance, que Gil califica con el epíteto de "topónimo", llamado "La Toná de la Rambla", al parecer compuesto por un sencillo tonadillero de Badajoz, y con el que el pobre hombre se ganaba algunos cuartos, y en el que se va describiendo ciertas particularidades de numerosos pueblos de la región, ya que lo mismo trata de productos que se daban en los mismos, como de las cualidades y defectos de sus habitantes o sus costumbres propias, así como hace algunas referencias a hechos sucedidos en los mismos, en alguna ocasión determinada, y que ya se califican como constantes propias de aquel lugar.

Relacionados con la población de Zafra, y con diaria la marcha hasta ella de las mujeres vendedoras, a través de la sierra que la separa del vecino Los Santos de Maimona, hay dos versos que incluimos como un ejemplo curioso de esta sarta de afirmaciones:

"En los Santos buenas mozas / pero están muy lastimadas

de subir aquellas cuestas / y llevar el pan a Zafra.

Posteriormente, en este mismo romance de "La toná de la Rambla" se hace de nuevo una alusión burlesca a esta misma ciudad, cuando dice:

"En Campanario, candelas; / en Alange buenas aguas

pa curar los moradores / que son tontos como en Zafra.

 

Un curioso romance de Zafra

Dentro de las tradiciones y leyendas de Zafra, el citado autor y músico don Bonifacio Gil, encontró entre los romances extremeños, uno que se refería a unos personajes y a unos acontecimientos ocurridos en esta ciudad, tal vez en el siglo XVIII, y que puede decirse que forma parte de nuestro acervo cultural y literario. La protagonista del poema, o romance popular, contado casi en su totalidad de forma autobiográfica, era una valiente chica de Zafra, llamada Leonarda y de edad de quince años, hija de unos padres de buena posición que, sin contar con la voluntad de la muchacha, tenían concertado su casamiento con uno de los ricos mercaderes, que abundaban en la ciudad. Sin embargo, ella se niega a este matrimonio, ya que las verdaderas intenciones de la muchacha, aunque ella argumente en el texto que era por ser aún una muchacha muy joven, era que ya tenía entregado su cariño a un muchacho vecino de la cercana población de Atalaya, con el que se cita frecuentemente, pasando las noches arrimado amorosamente a su ventana.

Sin embargo, el rico mercader zafrense no se va a contentar con el desprecio de Leonarda, e intentará deshacerse de su rival, matándolo. Al enterarse de estos propósitos de su arrogante pretendiente, lastimada en su orgullo, la muchacha se viste de hombre y, con una valentía, más hombruna que de mujer, sale a caballo por toda la ciudad, buscándolo y dándole muerte. Inmediatamente después y vestida con su disfraz eficaz, que oculta su verdadero sexo y que no va a abandonar ya por mucho tiempo, la muchacha huye a la ciudad de Llerena, donde se pone a trabajar en casa de un comerciante, que la trata con consideración y regalo, y hasta su propia esposa, creyendo que es un bello mozo, se enamora de ella. Una tarde durante la siesta, la señora se presenta en su habitación, para pretender hacer el amor con Leonarda, y ésta, con gran rubor por su parte, le muestra su lindo pecho femenino, para que se convenciese de que era una mujer. Después de esta escena, se marcha definitivamente de la casa, para evitar posibles problemas, deslizándose con una cuerda por la ventana.

Desde Llerena se marcha a Badajoz, y sin abandonar su vestimenta de hombre, se une a una compañía de soldados ingleses, que también quedan encantados de la hermosura del engañoso adolescente. En una ocasión, después de un largo periodo de tiempo, los soldados tienen que desplazarse a Zafra, y como era costumbre, se alojan en las casas de los vecinos. Leonarda es recibida precisamente en casa de sus padres, donde su madre llega a reconocerla al mirarle a sus ojos y hasta se desmaya de alegría. Ella al verse descubierta, le pregunta por el paradero de su antiguo novio, Alonso y su madre le dice que, desengañado por la ausencia de su amada, se ha metido a fraile en un convento. Ante esto, ella decide, por tanto abandonar el ejército e ingresar como religiosa, en el convento de clarisas de Zafra.

Los compañeros de regimiento se lamentan de no haberla reconocido antes como tal mujer, y la acompañan en el momento de su ingreso en el convento, mientras que suena en la ciudad una salva estruendosa de tiros y de descargas.

 

Las circunstancias de lugar y tiempo en "La Leonarda"

Este poema pertenece inconfundiblemente al romancero extremeño, como lo demuestran esas particularidades ambientales y de lugar, que lo sitúan en la parte meridional de nuestra región. La acción se desarrolla en Zafra, donde se encuentra la residencia de los padres de Leonarda, y su prometido es un mozo vecino de la pequeña población de La Atalaya, a pocos kilómetros de esa ciudad. También se hace mención de su estancia en las ciudades de Llerena y Badajoz, donde residirá circunstancialmente, confundida su personalidad con la de un hombre y un valiente militar. Por último, la muchacha regresa de nuevo a Zafra, en cuyo Convento de Santa Clara ingresa como religiosa, en medio de la aclamación de sus compañeros de milicia. Hay también una alusión localista a un lugar, denominado La Mata, que tal vez pueda estarse refiriendo a la población de Navalmoral de la Mata, o si se ha corrompido con el tiempo la palabra, podría tratarse del monasterio franciscano de La Lapa, vecino a la población de Zafra.

En el aspecto social de los protagonistas del romance, se hace mención en Zafra de una profesión muy generalizada en esta ciudad, donde el gremio de poderosos mercaderes estaba bastante extendido, con la aparatosa exhibición de recursos económicos, ante los que no se podía cerrar ninguna puerta, ni negárseles ningún deseo. Y, por último, para concretar el tiempo en que tiene lugar el hecho, podemos situarlo en los años de mediado el siglo XVII, cuando tanto en Zafra, como en Badajoz, abundaban los destacamentos militares, incluso con miembros de nacionalidad inglesa, que acompañaban al Príncipe don Juan José de Austria, que permaneció en estas dos ciudades, durante la guerra con Portugal, y los soldados, especialmente en Zafra, consta que eran alojados en las casas particulares de los vecinos y en los conventos de los religiosos, por no existir cuartel adecuado para este fin: (he pedido alojamiento / alojamiento en mi casa).

VERSIÓN DEL ROMANCE ORIGINAL

1. A mi padre, don Antonio, / y a mi madre, doña Juana,

y por gustoh de padrino, / a mí me llaman Leonarda.

He llegado a quince año / con regalo de mi casa.

Dihpusieron de casarme / con un mercader de Zafra,

5 . y yo los he respondido / que no me traten de nada,

que soy muy pequeña y niña, / muy pequeñita y muchacha,

y tengo mis ojoh puestos / y entregadita mi alma

en el máh bizarro mozo / que pasea l' Atalaya;

toda la noche le tengo / centinel'a mi ventana.

10. El mercader que lo supo, / salió una noche de Zafra

para matar a mi amor, / según la intención llevaba.

Y yo, como leona herida, / y yo, como leona brava,

me puse un vestido de hombre, / un ceñidor con doh banda,

con mi caballo ligero / me'eché por la puerta falsa.

15. El corría'rienda suelta, / él corría que volaba,

y dí vuelta a la ciudá / y no pud'encontrar nada.

Al fin le vine a encontrar / a la puerta de mi casa.

Le tiré un carabinazo, / que a Dios le entregó su alma.

Desde allí me fui a Llerena, / sin reconocer ventaja.

20. Allí me puse a servir / con don Pedro Nieto Llama,

para comprar y vender / todo lo que m'entregaba.

Al punto me hizo un vestido / de damasco de Granada,

que todah cuantah me vían / quedan de mi enamorada.

Hasta la propìa señora / de mí queda enamorada.

25. Estando un día de siesta, / recogidita en mi cama,

vid'en mi sala una sombra,/ que para mí se acercaba.

Le enseñé mi pecho blanco, / que al verle s'embelesaba.

Se me ponen lah mejilla / como rosah encarnada.

Con la soga de un caldero / m'eché por una ventana.

30. De allí me fui a Badajó,/ sin reconocer ventaja,

y cogí catorce inglese / que de mí se embelesaban.

De que me ven tan valiente, / por capitán me nombraban.

Ya camina el regimiento, / ya camina para Zafra.

Para ver loh míoh padre, / qu'eh cosa muy deseada,

35. he pedido alojamiento / de alojamiento en mi casa.

Estando un día comiendo, / la patrona me miraba:

-¿Qué me mira usté patrona, / qué me mira usté a la cara?

-¿Qué quiere usté, que le mire, / que le mire yo a la cara?

que'esoh dos hermosos ojo / son de m'hija Leonarda.

40. -Esa mujer que usté dice / en Badajó fue nombrada.

Se cayó la madre al suelo / de trihte y desconsolada.

-Levante la madre mía, / levante la madre amada:

Dígame usté, ¿don Alonso./ don Alonso dónde para?

-Don Alonso se metió / predicador en la Mata.

45. Siete años servía al Rey,/ siete sin ser en campaña:

Siete m'he de meter monja / al convento Santa Clara.

-¡Oh! -quién lo hubiera sabido / qu'erah tan linda muchacha...

No te hubierah tú venido / con tanta honr'a tu casa.

Ya camina el regimiento / caminan para llevarla

50. a meterla en un convento. / Tiran tiros y descargas.

              

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Francisco Croche de Acuña 
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
GIL GARCÍA, Bonifacio. "Cancionero Popular de Extremadura". Dip.de Badajoz. 1.961.
ALBORG, J.L. "Historia de la Literatura Española". Edit. Gredos. Madrid, 1974
EMTWISTLE, William. "Las Lenguas de España". Edic.ITSMO. Madrid, 1.973
EDICIÓN WEB:
Zafara 
MMIII  rev. MMV

         

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